El Papa Francisco confesó que le molesta un poco cuando escucha cristianos que recitan pasajes de la Biblia como papagayos
El papa Francisco predicó hoy sobre la oración que podemos hacer a partir de un pasaje de la Biblia.

Las palabras de la Sagrada Escritura no han sido escritas para quedarse atrapadas en el papel, sino para ser acogidas en el corazón, dijo Francisco durante la audiencia general de esta mañana, miércoles 27 de enero, que tuvo lugar en la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano.

El Papa explicó que le molesta un poco cuando escucha cristianos que recitan pasajes de la Biblia como papagayos. ¿Tú has encontrado al Señor en ese versículo?”. Afirmó que se necesita un encuentro verdadero con el Señor que habla a través de cada pasaje de la Biblia. “No es un problema solo de memoria, es un problema de la memoria del corazón que te abre al encuentro con el Señor”.

“Nosotros, por tanto, sostuvo, leemos las Escrituras para que estas “nos lean a nosotros”. Y es una gracia poderse reconocer en este o aquel personaje, en esta o esa situación.

La Biblia no está escrita para una humanidad genérica, sino para todos nosotros, hombres y mujeres en carne y hueso, para mí. Y la Palabra de Dios, impregnada del Espíritu Santo, cuando es acogida con corazón abierto, no deja las cosas como antes. Cambia algo”.

Ese versículo de la Biblia ha sido escrito también para mí, hace siglos, para traerme una palabra de Dios.

La Biblia no es una novela 
Francisco destacó que la oración es un diálogo con Dios. “La Biblia no puede ser leída como una novela”.

«Ese versículo de la Biblia ha sido escrito también para mí, hace siglos». «A todos los creyentes les sucede esta experiencia: una pasaje de la Escritura […]un día de repente me habla e ilumina una situación que estoy viviendo. Pero es necesario que yo, ese día, esté ahí, en la cita con esa Palabra». 

El Papa invita a escuchar la Palabra. “Todos los días Dios pasa y lanza una semilla en el terreno de nuestra vida. No sabemos si hoy encontrará suelo árido, zarzas, o tierra buena, que hará crecer esa semilla (cfr Mc 4,3-9). Depende de nosotros, de nuestra oración, del corazón abierto con el que nos acercamos a las Escrituras para que se conviertan para nosotros en Palabra viviente de Dios”.